Es mi responsabilidad defenderme de los que me hacen daño.
Es mi responsabilidad hacerme cargo de lo que me pasa y saber mi cuota de participación en los hechos.
Tengo que darme cuenta de la influencia que tiene cada cosa que hago.
Para que las cosas que me pasan me pasen, yo tengo que hacer lo que hago.
Y no digo que puedo manejar todo lo que me pasa sino que soy responsable de lo que me pasa porque en algo, aunque sea pequeño, he colaborado para que suceda.
Yo no puedo controlar la actitud de todos a mi alrededor pero puedo controlar la mía.
Puedo actuar libremente con lo que hago.
Tendré que decidir qué hago.
Con mis limitaciones, con mis miserias, con mis ignorancias, con todo lo que sé y aprendí, con todo eso, tendré que decidir cuál es la mejor manera de actuar.
Y tendré que actuar de esa mejor manera.
Tendré que conocerme más para saber cuáles son mis recursos.
Tendré que quererme tanto como para privilegiarme y saber que ésta es mi decisión.
Y tendré, entonces, algo que viene con la autonomía y que es la otra cara de la libertad: EL CORAJE.
Tendré el coraje de actuar como mi conciencia me dicta y de pagar el precio.
Tendré que ser libre aunque a vos no te guste.
Y si no vas a quererme así como soy;
y si te vas a ir de mi lado, así como soy;
y si en la noche más larga y más fría del invierno me vas a dejar solo y te vas a ir... cierra la puerta.
Cierra la puerta. Si esa es tu decisión, cierra la puerta.
No voy a pedirte que te quedes un minuto más de lo que vos quieras.
Te digo: cierra la puerta porque yo me quedo y hace frío. Y esta va a ser mi decisión.
Esto me transforma en una especie de ser inmanejable.
Porque los autodependientes son inmanejables.
Porque a un autodependiente solamente lo manejas si él quiere.
Esto significa un paso muy adelante en tu historia y en tu desarrollo, una manera diferente de vivir el mundo y probablemente signifique empezar a conocer un poco más a quien está a tu lado.
Si eres autodependiente, de verdad, es probable que algunas personas de las que están a tu lado se vayan...
Quizás algunos no quieran quedarse.
Bueno, habrá que pagar ese precio también.
Habrá que pagar el precio de soportar las partidas de algunos a mi alrededor y prepararse para festejar la llegada de otros (Quizás...)"
Jorge Bucay
Para que las cosas que me pasan me pasen, yo tengo que hacer lo que hago.
Y no digo que puedo manejar todo lo que me pasa sino que soy responsable de lo que me pasa porque en algo, aunque sea pequeño, he colaborado para que suceda.
Yo no puedo controlar la actitud de todos a mi alrededor pero puedo controlar la mía.
Puedo actuar libremente con lo que hago.
Tendré que decidir qué hago.
Con mis limitaciones, con mis miserias, con mis ignorancias, con todo lo que sé y aprendí, con todo eso, tendré que decidir cuál es la mejor manera de actuar.
Y tendré que actuar de esa mejor manera.
Tendré que conocerme más para saber cuáles son mis recursos.
Tendré que quererme tanto como para privilegiarme y saber que ésta es mi decisión.
Y tendré, entonces, algo que viene con la autonomía y que es la otra cara de la libertad: EL CORAJE.
Tendré el coraje de actuar como mi conciencia me dicta y de pagar el precio.
Tendré que ser libre aunque a vos no te guste.
Y si no vas a quererme así como soy;
y si te vas a ir de mi lado, así como soy;
y si en la noche más larga y más fría del invierno me vas a dejar solo y te vas a ir... cierra la puerta.
Cierra la puerta. Si esa es tu decisión, cierra la puerta.
No voy a pedirte que te quedes un minuto más de lo que vos quieras.
Te digo: cierra la puerta porque yo me quedo y hace frío. Y esta va a ser mi decisión.
Esto me transforma en una especie de ser inmanejable.
Porque los autodependientes son inmanejables.
Porque a un autodependiente solamente lo manejas si él quiere.
Esto significa un paso muy adelante en tu historia y en tu desarrollo, una manera diferente de vivir el mundo y probablemente signifique empezar a conocer un poco más a quien está a tu lado.
Si eres autodependiente, de verdad, es probable que algunas personas de las que están a tu lado se vayan...
Quizás algunos no quieran quedarse.
Bueno, habrá que pagar ese precio también.
Habrá que pagar el precio de soportar las partidas de algunos a mi alrededor y prepararse para festejar la llegada de otros (Quizás...)"
Jorge Bucay
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